sábado, 25 de junio de 2011

Estación Salar de Uyuni


Bolivia, es un país que maravilla. Los argentinos, tenemos la boludez de pensar que sólo el país del altiplano nos puede ofrecer manos esclavas y baratas para nuestro bienestar. Y otros, “sujetos” a su derechismo, gritan a cielo abierto “nos vienen a robar nuestro trabajo”.
La historia, testigo del saqueo y de la injusticia, vuela bajito en la altura boliviana. Las campañas de conquista, los terratenientes y las grandes corporaciones multinacionales, algún día tendrán que dar explicaciones de la pobreza que vive la región del Potosí.
Nuestra visita, tuvo hincapié en conocer el Salar de Uyuni y sus historias. Para ello, contactamos a la agencia Sumaj Jallala y pactamos la excursión de tres días por un costo de u$s 100 cada uno, con hospedaje y comida.

Día 1: El salar de Uyuni o de Tunupa
Es, con sus 12.000 km², el mayor desierto de sal del mundo. Está situado a unos 3.650 metros de altura en el Departamento de Potosí, en el Altiplano de Bolivia, sobre la Cordillera de los Andes. Participo en la elección de las Siete maravillas naturales del mundo.
El estrato salino del que está compuesto es muy puro y tiene una profundidad de 6 metros, este es producto de la desaparición de un mar, desecación que ocurrió hace 13.000 años, el mismo cubría todo el altiplano hasta el lago Titikaka
Se extiende de norte a sur, en la región sudoeste del territorio nacional, entre los paralelos 20 y 21º latitud sur y 68º longitud oeste. Contiene una reserva de 9 millones de toneladas de litio y otros minerales evaporíticos.
Dentro del Salar es posible encontrar multitud de “ojos”, provocados por las aguas salobres de lo que fue el lago de Tauca. Tienen un diámetro de 10 a 15 cms. y una profundidad de hasta 120 metros, entre los más grandes pueden observarse ojos de 3x2 metros.
En medio de este paisaje “loco” se pueden apreciar figuras poliédricas formadas por la fuerza eólica del viento. Sinceramente, nos sentimos maravillados por estos fuertes contrastes que se abren ante nuestros ojos, en cual obra de arte, se mezclan el blanco reluciente del desierto, el intenso azul del cielo, el agreste café lila de las montañas que lo circundan y las islas que están en medio de todo este panorama.
Con el atardecer, llegamos al “Hotel de Sal”, donde pasamos la noche con griegos, ingleses, judíos, franceses y algunos argentinos. Pues, la mesa, las paredes y toda la decoración del alojamiento están realizadas con bloques de sal horneados, sin dudas, una locura bien salada.


Día 2: Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa
Lo que más nos llamó la atención, fue la laguna Colorada, que se encuentra en el oeste del departamento a 4.278 msnm, con una superficie de 60 km2. Es un lago multicolor donde predominan los tonos rojizos, el rojo de sus aguas se debe a los sedimentos de zooplacton, fitoplacton y otros, que producen un colorido contraste entre el entorno, los flamencos y el rojo de la laguna.
Según nuestro guía, es también llamado el “Nido de los Andes”, ya que cobija a más de 30.000 flamencos de tres especies diferentes que nidifican en él y lo convierten en una de las mejores zonas del mundo para su observación. También alberga la población más grande de Parihuana Chica de Sudamérica.
El paisaje se hace aún más espectacular por la avifauna que se asienta en las aguas coloradas. Se observan tres variedades como ser: la parina chica o Chururu, el totoko y la parina grande. Estas aves hacen un alto antes de continuar el viaje al norte.
El recorrido hasta llegar a la Laguna Colorada permite pasar por el volcán activo Ollagüe (que lo pudimos observar) y la cadena de lagunas habitadas por flamencos. Cerca del lugar, entre las lagunas están las aguas termales del Chalviri que contienen agua salada que está a 30º C de temperatura.
En este sector, además, se pueden apreciar atractivos como las lagunas Chiar Ckota, Hedionda, Ramaditas y Salada, los cerros Ollagüe y Llicancabur, las formaciones pétreas de Jara Pampa y la fuerza térmica del Sol de Mañana.
Este increíble ecosistema permite apreciar una interesante fauna endémica como la Soca Cornuda y el extraordinario flamenco James que convive con las variedades de flamencos Andino y Chileno. La Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa es el sitio más importante donde nidifican estas especies. Por las inmediaciones habita también el Suri, amenazado por su extinción, junto a otros mamíferos, como la vicuña, llama, gato y zorro andinos.
La flora está caracterizada por la fuerte presencia de gramíneas (paja brava) y en sitios de mayor humedad se encuentran tholares y keñuas.
Javier, nos comenta que cuando el tiempo está nublado se produce el efecto “white - out”, donde el horizonte se difumina hasta desaparecer, convirtiendo en una tarea casi imposible el diferenciar la tierra del cielo.
Además, fuimos a la formación que se denomina “Árbol de Piedra”, que es un conjunto de formaciones rocosas, cuya evolución y forma se debe a la erosión eólica, creando escenas de paisaje natural surrealista. A su vez, dejamos el mundo blanco de sal y nos rodeamos de un panorama desértico de arena, pues, un recurso de gran interés para la contemplación de la obra de la naturaleza, que modeló formas y figuras. Aquí, pasamos la noche más fría del viaje.

Día 3: Reserva Nacional de Fauna Andina
A las 4:30 AM nos levantamos para desayunar y por la ventana del hospedaje, observamos la capa de nieve que había cubierto gran parte del paisaje. El frío, se hacía sentir en el cuerpo pero la geografía nos estaba regalando un momento único en este viaje.
Por el frío en el albergue y la oscuridad total, ni desayuno nos dio Javier. Asombrados y helados, partimos hacia lo desconocido.
¿A dónde nos llevaba la noche? De la negrura de las montañas brotaban nubes blancas. No flotaban, no bajaban: Brotaban. Allí estábamos. La nieve, golpeaba en la camioneta y los limpias parabrisas parecían quejarse del frío y dejaban de funcionar.
Las huellas del camino estaban cubiertos y Javier, nos decía “vamos a tener que regresar, la tormenta es muy fuerte”. No sólo era el mundo patas para arriba, sino que nuestro destino estaba en sus manos.
Los primeros rayos de sol pusieron cierto orden en el mundo. La nieve quedó atrás y llegamos a “Sol de Mañana”, un ombligo de agua donde fluyen aguas termales. Muy calientes para nuestros cuerpos helados, 40 grados, nos grita Javier. Eran las 8 de la mañana y nos sentamos a desayunar. Café, té, pan con manteca y dulce de leche.
La imagen parecía irreal, la nieve golpeando la tierra y el piletón exhalando vapores calientes. Marcos, efusivo, nos dice:
-Vamos a meternos.
-Yo no, hace mucho frío (Celeste)
-Te parece negro, ya nos metimos en aguas termales (Gonzalo)
-Esto es otra cosa ¿cuándo vamos a volver acá? Yo me meto (Marcos)
-Dale negro, ahí vamos (Gonzalo)
En ese ínterin, un grupo de brasileros que está llevando a cabo un documental audiovisual por los andes, nos entrevistó y dimos nuestro parecer sobre el presente y el pasado de América Latina y la locura de viajar por este hermoso continente.
Después, con el alma de vagabundos, nos sacamos la ropa y nos metimos al agua. Marcos tenía razón, era una gran película. La nieve seguía cayendo, los vapores trepaban al cielo y por nuestros cuerpos, el agua natural, corría trasparente y caliente. Sin dudas, una locura existencial.

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